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El concepto de economía de información hace referencia de un escenario cuyo advenimiento, impacto y éxito se mide a partir del discurso económico ortodoxo.

Estos olipolios destacan los conglomerados mediaticos de contenidos y conectibilidad como AOL TIME WARNER o Vivendi Universal; las empresas se dedican a desarrollar algunos de los elementos del parque informativo como Microsoft en el terreno de software, INTEL en el terreno de hardware o IBM en el apartado de las computadoras.

La clase virtual (Barbrook y Andy Coneron 1999) los señores de aire (Echeverria 2000), los amos de la globalización (Almiron 2002), la mayor parte de éstas propuestas coinciden en llamar la atención y alentar sobre una época sujeta a los luchos, fusiones y poderes políticos de dicho sector ha adquirido.

La industria de a sociedad de la información relajada en la lista de Fortune (2002) esta formada por 69 empresas las cuales compiten por los 5 puestos en beneficios con 5 gigantes de los servicios financieros y explotación petrolera: INTEL y MICROSOFT.

A nivel de política internacional ya cuentan con el respaldo de organismos tan poderosos como el banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Sobre estos puestos cabe destacar que uno de los orígenes de la sociedad de información fue precisamente el salvar la crisis de técnicas y sociedad que agotamiento de modelo capitalista industrial había generado y que en ésta fase de tardo capitalismo (sierra 1997) o capitalismo informacional (Castells 1999) son precisamente las NTCI las que pueden acelerar.

En los inicios de la sociedad de la información el plan Jacudi de Japón 1971, el Communications For Social Neds de los E.U 1972 o el informe nora de Francia 1978 se caracterizo por financiados esclusivamente por la esfera estatal en europa el libro verde sobre la convergencia tecnologica 1997, el programa europeo de sociedad de la información 1998-200.



Mercado Interno del Parlamento Europeo (2003) ; han sido patrocinados alternadamente por oligopolios de telecomunicaciones como los de Telefónica, Vivendi Universal o Tiscalli; dando como resultado una serie de políticas estatales y regionales que con el paso de los años han resuelto dar libertad a las fusiones verticales entre distintas empresas de tecnología y comunicación, pero se han mostrado contrarias, mediante la fórmula de las patentes, a seguir promoviendo la misma libertad en ámbitos de producción tan sustantivos como el del software , un ámbito que cuenta con el potencial necesario para convertirse en fuente de crecimiento e innovación para un gran número de países en vías de desarrollo , PYMEs, universidades e incluso sectores de usuarios con un alto nivel técnico.
El modelo de consumo refiere una dinámica económica que pretende reducir las potencialidades sociales de la información y las NTCI a su explotación mercantil, lo cual permite seguir estimulando el crecimiento del capitalismo informacional (Castells, 1999) y el papel rector de los oligopolios en la sociedad. El origen del modelo de consumo puede situarse a mediados de los años 80s, cuando la convergencia entre la informática, las telecomunicaciones y la industria audiovisual comenzó a alcanzar una base de usuarios lo suficientemente amplia.


Los altos costos en la difusión de la información, en la sociedad de la información cada vez son más los discursos que se generan y menos las posibilidades para difundirlos a otros debido al alto costo que las empresas han comenzado a imponer a las personas para acceder a las NTCI; ya sea en el rubro del parque tecnológico, en los servicios de difusión de información o en los medios para su consulta.

Un alto volumen de información-entretenimiento, de los contenidos que articulan a la sociedad de la información: entretenimiento, servicios, periodismo y conocimiento (Woolton, 2000), la economía de la información ha privilegiado la difusión de los primeros dos, los cuales se adaptan mejor al esquema de información-mercancía a la vez que promueven una apropiación social de las NTCI basada en la mercantilización y el consumo, un último aspecto a tomar en cuenta de la economía de la información es su tendencia a justificar su dinámica de desarrollo a partir de las concepciones lineal (González y Lujan, 1996) y determinista de la tecnología (Mumford, 1971; Winner, 1979).

Lineal en el sentido que la idea del progreso en la sociedad de la información está depositado sobre un modelo evolutivo, donde lo tecnológico antecede a lo económico y éste a su vez a lo social:

progreso progreso progreso progreso progreso
científico → tecnológico → económico → social → científico

Uno de los escenarios que cuenta con los elementos necesarios para percatarse del impacto del determinismo tecnológico como eje evolutivo es el fenómeno de la brecha digital (Crovi 2001, Norris, 2001, Marshall, 2002): una división existente entre países que poseen tecnologías de información y comunicación, los que apenas se encuentran en vías de adquirirlas y los que no tienen contemplado adquirirlas a corto plazo.
Siguiendo la lógica del determinismo tecnológico, a partir de los años 90 un número importante de naciones del tercer mundo comenzaron a invertir en tecnologías de la información ya que a partir de esta acción, se esperaba, se impulsaría de manera estructural el bienestar en escenarios como la educación, la sociedad y la cultura
Hasta este momento se ha estudiado el ámbito de la economía de la información, de la cual se destacó a los oligopolios de las telecomunicaciones y la información como sus actores centrales; así mismo, se puso el acento en los efectos sociales que promueven respectivamente el modelo de consumo, la privatización de la información, la despolitización tecnológica de los usuarios y el determinismo tecnológico, en esta óptica, las condiciones para impulsar el desarrollo de la cultura de la información quedan en un amplio sentido depositadas en el sector de los ciudadanos, quienes en teoría no están atados a la voluntad particular que exige la competencia económica y/o política.
A diferencia del modelo de consumo que busca impulsar la economía de la información, en la cultura de la información el acento se centra en la instauración de un modelo de comunidad (Feenberg, 2000), donde se promuevan dinámicas basadas en la asociación estable de grupos ciudadanos que participen y exploten socialmente la información y las NTCI; generando beneficios colectivos y de interés público.















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